Elfos, bellos y serenos.
Son perfectos en todo, bellos y equilibrados, hábiles y armoniosos, inteligentes y pausados, dotados mágnificamente para las todas las artes, eternos a voluntad.
...Y por si los elfos no fueran suficientemente odiosos, semidioses silenciosos en su perfección más aburrida, tienen en un lejano planeta una sospechosa semejanza con otra civilización...
Vulcanos, la lógica más elegante.
Son represantantes con elegencia y orgullo de la cordura y sensatez, la inteligencia y el método, guiados friamente por la razón pura, portadores de unos genes privilegiados y herederos de una civilización superior que ha conseguido liberarse del yugo que supone la emoción sin control.
Demasiado elevados para despeinarse haciendo el trabajo sucio, por Dios! estando nosotros los Hobbits, medianos y torpes provincianos, sin estilo, de basto andar y enfermizamente gregarios. Así ya tenemos quien se va a dejar la piel, sudor, sangre y alguna que otra extremidad cuando sea el momento de remangarse y mojarse el culo, meterse hasta el fondo con el lodo al cuello y sacarles las *castañas del fuego. (*deshacerse de un anillo)
O peor, tenemos a los habitantes de Vulcano, segunda estrella a la izquierda una vez pasado Casiopea. Que nos refregan por la cara constantemente su avanzado estado de madurez intelectual, su autocontrol, su sistema infalible que los hace superiores. Pero, qué lástima! cuando en los momentos díficiles nunca acaban de enteder que les ha fallado en sus perfectos planes.
Mamarrachos!
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